El ejercicio te ayuda a dormir
Cuando haces ejercicio, te conviertes en una estufa andante.
“¿Y qué tiene eso que ver con dormirse rápidamente?” te preguntarás, perplejo. “No necesito leer un artículo para saber que cuando estás cansado es más fácil dormirse"". Ya, pero aún así: hay montones de cosas sobre el ejercicio físico y el sueño que probablemente no sepas todavía.
La cuestión es que el ejercicio te agota y te hace dormir, cierto, pero no a todas horas. Para tener una imagen clara de lo que ocurre, vamos a empezar por entender lo que pasa en el organismo durante la actividad física.
¿Por qué tienes tanto calor?
Cuando estás haciendo un esfuerzo físico, la temperatura del cuerpo aumenta.
Primero, porque los músculos necesitan nutrientes que se puedan transformar en energía, para que el cuerpo los utilice y pueda moverse. Esta transformación es una reacción química que genera calor.
Segundo, porque al moverse los músculos, crean energía mecánica que produce calor de forma natural.
Y esto, ¿qué utilidad tiene?
Un 75% de la energía que consumimos durante el esfuerzo físico se transforma en calor. Este calor es algo BUENO.
- Dilata los vasos sanguíneos, lo que contribuye a que la sangre fluya hacia los músculos para una mejor irrigación.
- Hace que los músculos sean más flexibles, permitiendo que se estiren sin romperse.
Además, el ejercicio libera un montón de hormonas en el organismo y todas tienen su función.
- Las endorfinas son las hormonas anti-dolor. Combaten la depresión y la ansiedad, provocando una sensación de bienestar y euforia. Es la sustancia a la que se enganchan los atletas.
- La adrenalina y la noradrenalina son las hormonas del estrés. Hacen que tus células adiposas liberen parte de su grasa, para que tengas energía que consumir. Gracias a ellas, pierdes peso.
- La dopamina es la hormona del placer, pero también de la alerta: combate el cansancio y hace que estés todo el día listo para actuar.
- Y por fin, la testosterona, una hormona masculina (lo que no significa que te vayas a convertir en La Masa). Principalmente, te ayuda a manejar mejor el estrés y el miedo.
Bien, si has leído el artículo atentamente, probablemente te hayas percatado de dos cosas:
- Durante el ejercicio, tu cuerpo se calienta, mientras que al dormirte, se enfría.
- Las hormonas que se producen durante el ejercicio te despiertan, cuando de lo que se trata es de quedarse dormido.
¿Qué pasa entonces? Después de todo, ¿el ejercicio te impide dormir?
Pues no, en absoluto.
Una encuesta de la National Sleep Foundation en EE. UU. descubrió que, entre las personas con un mismo horario de sueño, era más probable que dijeran haber dormido bien los que hacían ejercicio a cualquier hora del día (hasta un 67%), que los inactivos (39%).
Michael Grandner, investigador de la Universidad de Pensilvania, sugiere que, aunque lo ideal sería hacer ejercicio como muy tarde una o dos horas antes de acostarse, la probabilidad de realizar un nivel de esfuerzo que resulte perjudicial para la calidad del sueño ¡es desdeñable!
Todavía no hemos llegado a los muchos beneficios que tiene el ejercicio.
En primer lugar, reduce el riesgo de todo tipo de dolencias (enfermedad cardiovascular, Alzheimer, diabetes, cáncer de pecho, de colon, de próstata, osteoporosis, enfermedad cerebrovascular... y muchas otras).
Aumenta la esperanza de vida, al reducir problemas y molestias debidos normalmente a la vejez: tendinitis, anquilosis, dolor en las articulaciones, pérdida de autonomía…
Finalmente, estabiliza la presión sanguínea, combate la hipertensión y modera los niveles de azúcar en sangre.
Hace todo eso... y mejora tu atractivo.
¡No está mal!
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