¡Ojo! Efectos secundarios de las pastillas para dormir
Aquí en Dodow hemos optado por encontrar una forma natural de ayudarte a conciliar el sueño. La alternativa son las pastillas para dormir... ¡y eso no lo queremos ni en broma! Te contaremos por qué no son nuestro método favorito para dormirse rápidamente y por qué no deberías tomarlas, en especial si estás embarazada y sufres insomnio.
¿Qué son las pastillas para dormir?
- Benzodiacepinas
Estas sustancias psicotrópicas son las pastillas para dormir más habituales. Se crearon teniendo en mente una prescripción de entre 7 y 10 días, pero actualmente se recetan para mucho más tiempo (aunque no debiera ser así). Ya en 2011, se estimaba que a más del 11% de la población española adulta se le habían recetado este tipo de fármacos. Y eso, sabiendo que afectan a las terminaciones nerviosas y relajan la musculatura.
- Barbitúricos
Estas sustancias sedantes son las antecesoras de las primeras pastillas para dormir. Afectan al sistema nervioso central y pueden relajar o detener la respiración, inducir el coma o provocar hipotermia (o todo a la vez). Perjudican al hígado e influyen sobre otros medicamentos que puedas estar tomando, como algunos anticonceptivos y anticoagulantes.
- Los barbitúricos son especialmente tóxicos en caso de sobredosis. Esto llegó a tal extremo que el barbitúrico más utilizado (el fenobarbital) se ha prohibido como somnífero y solo puede emplearse para la epilepsia, por sus propiedades anti-convulsivantes (desde 2001).
- Antihistamínicos
Sí, los mismos que tomas para la alergia: tienen la capacidad de dejarte fuera de combate. Sin embargo, también son anti-dopamina y anti-serotonina, algo que no mejora para nada el estado de ánimo... Los efectos secundarios incluyen fotosensibilidad, sequedad de boca y estreñimiento.
Para tu cuerpo, es pagar un precio muy alto
Seamos sinceros: lo primero que hay que tener claro sobre las pastillas para dormir es que son un peligro mortal a largo plazo. Un estudio del British Medical Journal de 2012 con pacientes de un centro del sueño de California demuestra que existe una correlación entre el consumo de pastillas para dormir y la muerte prematura, tanto si eres un usuario habitual como si las tomas ocasionalmente.
La investigación se desarrolló entre 2002 y 2007 y estudió a 24.000 individuos divididos en 2 grupos: los que tomaban pastillas para dormir y los que no. Los resultados no fueron muy alentadores: en el grupo que tomaba pastillas el riesgo de muerte se multiplicaba por 4, y para los que tomaban menos de 18 dosis al año se multiplicaba por 3. También se registró un aumento de la tasa de cáncer del 35%, así como molestias de regurgitación en el esófago, úlceras, problemas de atención y conciencia, un posible empeoramiento de la apnea del sueño, dificultades respiratorias durante la noche, infecciones pulmonares, sonambulismo y otros problemas.
Entre los pacientes de mayor edad existe el riesgo de caídas por pérdida de equilibrio (algo muy peligroso para los mayores) y de alteraciones de la memoria (por ejemplo, con la enfermedad de Alzheimer). Incluso se sospecha que afecta negativamente al proceso de envejecimiento neuronal. Un estudio de la Universidad de Washington encontró una correlación entre el consumo a largo plazo de píldoras para dormir y la aparición de demencias en personas mayores de 65 años.
Tendencia al consumo excesivo
Los números no engañan: a día de hoy, en España, entre un 25 y un 35% de la población sufre insomnio, crónico en el caso de 4 millones de adultos. El consumo de pastillas para dormir creció un 57% entre 2000 y 2012, superando al de los países de nuestro entorno.
Ahora bien, estos fármacos no salen de la nada. Habitualmente, estas recetas innecesarias se dan o bien durante operaciones quirúrgicas y hospitalizaciones, o bien por la renovación automática de recetas. El mayor atractivo de las pastillas para dormir es su eficacia, que es casi inmediata. Los médicos, al igual que los pacientes, quizá prefieran la solución fácil, aunque tenga algunas consecuencias negativas a largo plazo.
Una vez que empiezas a tomar estos medicamentos, se hace más difícil dejar de tomarlos: el 25% de la gente que toma pastillas para dormir durante más de 3 meses se hace dependiente. Sufren síntomas de retirada si intentan dejarlo, y tienen que aumentar la dosis para que la sustancia siga haciendo el mismo efecto.
Existen soluciones alternativas y eficientes, como la meditación y las terapias cognitivo-conductuales, que atacan a la raíz de los problemas de sueño. Sin embargo, requieren una inversión a largo plazo por parte del paciente. Por eso hemos desarrollado Dodow, una forma simple de aprender ejercicios de relajación y ofrecer soluciones a la gente que quiere conciliar el sueño por sus propios medios.
Una eficacia relativa
El colmo del absurdo es que las pastillas para dormir y los ansiolíticos se prefieren porque son fáciles de usar y eficientes, cuando en realidad no lo son tanto como creemos. La American Food & Drug Administration recoge que el Sonata (un somnífero de venta en EE. UU.) no incrementa el tiempo total de sueño de los pacientes. Los que habían tomado una dosis de 10 miligramos y los que no habían tomado medicación alguna durmieron lo mismo, unas 6 horas y 20 minutos. Los que no se medicaron tardaron de media 36 minutos en dormirse durante la primera semana de pruebas, es decir, solo unos 14 minutos más que el grupo que tomó el fármaco.
Uno de cada 20 sujetos dijo estar cansado al día siguiente y algunos mencionaron problemas de memoria...
Si no tienes más remedio
El insomnio suele ser un síntoma de alguna otra dolencia subyacente, que podría tener un origen neurológico. La narcolepsia o el insomnio idiopático, por ejemplo. En caso de que nada vaya bien y te encuentres en la imposible situación de tener que tomar somníferos para poder funcionar en sociedad, hay algunos imperativos de seguridad que debes recordar para minimizar riesgos.
- No tomes jamás una dosis extra "a ver si funciona mejor", o en mitad de la noche si te despiertas.
- No tomes jamás una dosis con alcohol ni otras "drogas recreativas" (y ya que te pones, pasa de las drogas recreativas también). Podría desencadenar efectos secundarios (sonambulismo, pérdida de memoria, alucinaciones).
- No tomes al mismo tiempo antihistamínicos y somníferos, correrás un enorme riesgo de desarrollar dependencia.
- No uses las pastillas para dormir con intención de tratar la ansiedad o la depresión. Hay otros medicamentos y terapias para curar esos problemas.
- No tomes somníferos si dispones de menos de 8 horas para dormir sin interrupción, o si planeas hacer algo que requiere concentración, como conducir.
- Intenta no tomar pastillas para dormir durante más de una semana. Después de 3 meses, habrás cruzado el límite más allá del cual te resultará casi imposible dejarlas, así que lo mejor es tomar la menor cantidad posible.
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