9 consejos para tener un sitio cómodo donde dormir
Tu dormitorio es uno de los sitios más importantes de la casa. No en vano, pasarás 25 años de tu vida durmiendo en él. ¿Cómo deberías tenerlo para minimizar los problemas de sueño? No es necesario convertirse en un maestro del Feng Shui: aquí tienes algunos consejos para que tu habitación adquiera unas cualidades ciertamente soporíferas.
El color de tu cuarto
Si a ti o a tu pareja os encanta el rojo pasión, os recomendamos que, por el bien de vuestro sueño (y del buen gusto) os lo penséis dos veces antes de pintar todas las paredes del dormitorio en ese color. Los tonos fríos como el azul o el verde poseen una cualidad relajante, mientras que los cálidos, como el rojo, amarillo o naranja, aumentan la tasa cardíaca.
Opta siempre por tonos pastel, que son más suaves, en lugar de colores vivos, y por un acabado mate en lugar de brillante; reserva algunos tonos complementarios para los cojines y otros elementos decorativos. Evita que la habitación sea excesivamente sombría, porque a largo plazo esto puede resultar deprimente (por ese mismo motivo, colores como el gris o el negro deben proscribirse). Prueba con blancos cremosos o rotos, pardos grisáceos, verdes acuosos o tonos lavanda y afines.
Minimalismo, orden y sobriedad
El orden y la simplicidad son la clave de una habitación relajante. Una decoración minimalista evitará que te sientas abrumado, y tener organizadas tus cosas evitará que pienses en los problemas cotidianos. Fuera pantallas de cualquier tipo, son detractoras del sueño.
Conserva lo mínimo, pero no vivas tampoco como el soltero que acaba de irse del hogar familiar: tu cuarto debe seguir siendo acogedor. Las cortinas o persianas te permitirán mantener un grado de oscuridad que favorezca el sueño, protegiéndote de la contaminación lumínica de las calles.
No olvides limpiar periódicamente debajo de la cama para retirar el polvo, que puede producir alergias y obstruir un tanto las vías respiratorias por la noche.
Temperatura y ventilación
Para dormirse, tu organismo baja la temperatura corporal, así que conviene ayudarle asegurándose de que la habitación no esté ni muy fría ni muy caliente. Los 18°C son la temperatura ideal para conciliar el sueño, aunque puedes llegar hasta los 20°C.
Si eres fumador, no fumes en el dormitorio (o mejor aún, en ningún sitio, eso sería realmente genial). Ventila con asiduidad la habitación para oxigenarla y controlar la temperatura.
Aromaterapia
Los aceites esenciales pueden ayudarte a dormir bien: en el agua del baño, aplicados sobre la piel, rociados en la almohada o con nebulizadores de interior. Hay plantas que tienen propiedades sedantes, algunas aprovechadas en conocidas infusiones (manzanilla), otras con efectos diversos como la albahaca, la lavanda, la mejorana o el azahar. Para saber qué puedes comer para favorecer el sueño, echa un vistazo a los alimentos que se deben tomar antes de acostarse.
La cama
La textura y firmeza de la almohada, el colchón de muelles bicónicos, ensacados o de hilo continuo, el relleno, el largo y el ancho, la pluma de pato, oca o la fibra sintética... todos estos criterios son, en principio, un tanto místicos, y también deberán ser acordes a tu presupuesto. Es una misión compleja que depende de tus preferencias y morfología, pero que contribuirá en gran medida a mejorar la calidad de tu sueño.
Dar vuelta al colchón con regularidad prolonga su vida (un colchón suele durar unos diez años, pero si no lo volteas, puede desgastarse en cinco).
Posiciones para dormir bien
No solemos pensar en los efectos que pueda tener la postura en que dormimos, y sí que tiene consecuencias. Encogido, en posición fetal, despatarrado, boca arriba... algunas posiciones son menos favorables para respirar fácilmente y otras tienden a presionar órganos vitales.
Para minimizar los problemas, intenta dormir boca arriba, la postura menos arriesgada (teniendo en cuenta que, en la cama, la noción de "riesgo" pasa a ser relativa).
Si tienes pareja, quizá ya sepas que el sexo favorece el sueño. Por otra parte, algunos especialistas abogan firmemente por tener una cama para las actividades conyugales y otra para dormir en condiciones, solos, con la máxima comodidad. Hay quien intentará hacerte creer que tu pareja se irá al garete si no estáis permanentemente pegados el uno al otro, pero la verdad es que depende de vosotros, no hay motivo para dormir amontonados como las hormigas si os resulta molesto.
También está la solución de dormir en camas individuales pero juntas, que se pueden separar si te agobias. La opción menos drástica es la cama extra grande, un compromiso que no está mal. No obstante, si sueles dormir mal, lo más probable es que eso afecte a tu pareja, así que lo mejor es organizarse.
Sin ruido ni luz
El entorno ruidoso es uno de los factores más relevantes para el insomnio. Por tanto, resulta crucial que puedas aislarte en tu dormitorio y eliminar las fuentes de ruido. Sin embargo, un silencio excesivo puede también ser un tormento... en tal caso, un generador de ruido blanco quizá pudiera ayudarte.
Si se te suele olvidar apagar la luz, que sepas que siempre es mejor dormir en completa oscuridad: la luz inhibe la secreción de melatonina, la hormona del sueño. Cuando te expones a la luz estando dormido, se incrementa el nivel de cortisol y esto afecta a la calidad del sueño. De acuerdo con un estudio llevado a cabo durante un periodo de 30 años por la Harvard Medical School, las enfermeras del turno de noche tenían una incidencia de cáncer de pecho un 36% superior a las del turno de día.
No vivas en la cama
La cama es para dormir y darse un revolconcito... ¡y se acabó! Si te vas a la cama siempre a la misma hora y no trabajas en ella, esto hará que tu organismo se duerma en cuanto te acuestes. Si, al contrario, eres el típico que ve la tele en la cama con una bandeja de comida o que trabaja en ella con el portátil hasta caer rendido, ¡no lo hagas más! Mejor, opta por un achuchón con tu pareja para relajarte, o por un libro (mientras lo dejes al final del capítulo y no sigas leyendo hasta las 3 de la mañana).
Feng shui
Feng Shui es la disciplina china de la planificación del espacio que intenta regular el flujo del Qi (una fuerza espiritual intrínseca a todo ser vivo) para lograr el equilibrio y la armonía en el hogar. Si todos los demás trucos te han fallado (o si te gusta tener una historia guay que contar cuando vienen los amigos), siempre puedes probarlo. En todo caso, no pierdas de vista que el Feng Shui carece de verificación científica.
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